Lo que empezó siendo un restaurante de carretera en plena Nacional I y parada culinaria obligatoria en los viajes a San Sebastián o al norte de España, se ha convertido en un hotel de 5 estrellas donde el lujo, la comida casera y el trato cercano conviven para ofrecer una experiencia inolvidable. Estoy hablando del Hotel Landa en Burgos. Y sin duda, lo recomendaría para una noche tan mágica como esta del 31 de diciembre.
Su historia se remonta a 1959, primero con el restaurante y más tarde (en 1964) con el hotel dentro de la torre de defensa del siglo XIV. Torre que fue trasladada y reconstruida piedra a piedra desde la localidad de Albillos. Las ampliaciones continuaron con la plaza y la espectacular piscina donde puedes nadar entre el calor de la chimenea y la nieve de fuera. El resultado es un lugar del que cuesta mucho desprenderse y donde además, se come de maravilla. Sus platos estrella son la morcilla frita de Burgos, los huevos fritos con patatas y jamón, el pepito de ternera, las albóndigas o las croquetas. ¿Se puede pedir más? Y para colmo todos los postres se hacen allí mismo siguiendo las recetas clásicas y especialidades francesas. ¡Os recomiendo encarecidamente pedir el canutillo!
Para nosotros esta ha sido una de las mejores escapadas de este 2015 que se acaba. Me hubiera gustado preparar un post especial de "bye, be 2015" como he hecho en años anteriores, pero la falta de tiempo y las ganas de descansar han podido conmigo estas vacaciones. Espero sacar mucho más tiempo para el blog en 2016 y seguir compartiendo entradas interesantes de viajes, de restaurantes, de pequeñas reflexiones varias, de lo que me gusta Madrid, de mi pasión por el cine y de vivencias especiales.
De momento, y para despedir bien el año, no se me ocurriría mejor lugar para despertar mañana día 1 de enero que bajo las suaves sábanas de hilo de las camas de este hotel. Y relajarse después tomando un increíble desayuno americano al borde la piscina. ¡Espero que las fotos transmitan el lujo y el maravilloso servicio de este lugar!
Su historia se remonta a 1959, primero con el restaurante y más tarde (en 1964) con el hotel dentro de la torre de defensa del siglo XIV. Torre que fue trasladada y reconstruida piedra a piedra desde la localidad de Albillos. Las ampliaciones continuaron con la plaza y la espectacular piscina donde puedes nadar entre el calor de la chimenea y la nieve de fuera. El resultado es un lugar del que cuesta mucho desprenderse y donde además, se come de maravilla. Sus platos estrella son la morcilla frita de Burgos, los huevos fritos con patatas y jamón, el pepito de ternera, las albóndigas o las croquetas. ¿Se puede pedir más? Y para colmo todos los postres se hacen allí mismo siguiendo las recetas clásicas y especialidades francesas. ¡Os recomiendo encarecidamente pedir el canutillo!
Para nosotros esta ha sido una de las mejores escapadas de este 2015 que se acaba. Me hubiera gustado preparar un post especial de "bye, be 2015" como he hecho en años anteriores, pero la falta de tiempo y las ganas de descansar han podido conmigo estas vacaciones. Espero sacar mucho más tiempo para el blog en 2016 y seguir compartiendo entradas interesantes de viajes, de restaurantes, de pequeñas reflexiones varias, de lo que me gusta Madrid, de mi pasión por el cine y de vivencias especiales.
De momento, y para despedir bien el año, no se me ocurriría mejor lugar para despertar mañana día 1 de enero que bajo las suaves sábanas de hilo de las camas de este hotel. Y relajarse después tomando un increíble desayuno americano al borde la piscina. ¡Espero que las fotos transmitan el lujo y el maravilloso servicio de este lugar!
¡Que vuestros mejores deseos se cumplan en la noche más mágica del año!
* feliz 2016 *