Me cuesta (y entristece un poco) reconocer que estoy a punto de cumplir dos años sin coger mi antigua cámara Reflex. Lleva todo este tiempo guardada, esperando a que vuelva a cogerla para pasar buenos momentos con ella. Hubo una época en la que me dio muy fuerte por la fotografía, de hecho hice un curso en una de las escuelas de fotografía más importantes de Madrid, y disfrutaba muchísimo retándome a trabajar en manual y jugar con la luz, la velocidad, el encuadre... ¡el modo automático estaba prohibido! No había viaje o escapada donde no me acompañara mi cámara, por mucho que pesara en la mochila. Descubrí una faceta creativa que desconocía y un modo también de sacar tiempo para mi.
¡Es increíble como en dos años he podido abandonar esta tarea! Desde que llegó a mi vida el iphone y el vicio por Instagram, he olvidado lo que es mirar a través de un objetivo y a divetirme retocando en photoshop. Así que he decidido que cuando llegue el buen tiempo esto tiene que cambiar. Se acabó esa capa de miedo y respeto que se ha creado entre mi cámara y yo.
Mi necesidad se ha incrementado después de descubrir a Claremont, el bolso perfecto para guardar la cámara, y todo lo necesario, de Lo & Son. Una marca que nació de la necesidad de una mujer (cercana a cumplir los 60 años) de encontrar el bolso perfecto para viajar, pero que no fuera pesado, que fuese elegante, chic... y por supuesto, no excesivamente caro. Lejos de seguir buscándolo, decidió crearlo ella misma, y gracias a la ayuda de sus dos hijos nació su marca, Lo & Son. ¿No os parece genial su historia?
Me encanta el color y la buena calidad de la piel. Había visto otros bolsos específicos para guardar la cámara, pero siempre parecían más aparatosos. Y además este tiene la apariencia de un bolso normal por si un día no te apetece llevar la cámara.