Berna, la capital de Suiza, te
transporta a un mundo donde lo medieval y lo cosmopolita viven en
perfecta armonía. Caminando por su casco antiguo, declarado Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO en los años ochenta, percibes esa intención de
los suizos de conservar su propia historia. ¿Podríais imaginar la
capital de Suiza como una antigua ciudad sacada de un cuento? Pues así
es Berna.
Recorrerla a pie es el mejor consejo.
Aunque tienen tranvía y las bicicletas están por todas partes, un
agradable paseo por su calle principal, te dará una visión perfecta del
ritmo de la ciudad y su bella arquitectura. Esta ha sido la segunda vez
que visito Berna. La primera fue un verano, recuerdo que era domingo y las calles
estaban desiertas y más tranquilas de lo habitual. Esta vez el contacto
con la ciudad fue diferente, la visitamos un día de diario y pude verla con su ajetreo de gente
saliendo de trabajar, tomando tranquilamente una cerveza o dirigiéndose a sus casas en
sus bicicletas (¡bicis por todas partes en Berna!). Me asombró que en muchas de las cestas de esas bicis asomaban bolsos de las marcas Longchamp o
Prada... Si algo se ve en Berna es mucho nivel.
La calle principal de la que os hablaba es una de las más bonitas que he pisado en mi vida. Llamada
Markgrasse en un tramo y
Kramgasse en otro, constituye uno de los paseos de compras más largos y protegidos contra la intemperie de Europa. Seis kilómetros de arcadas llamados "
Lauben" con tiendas de todo tipo, en especial joyerías, ópticas de lujo, cafés, restaurantes o tiendas de moda de las mejores firmas. Estos soportales datan de los siglos XVI y XVII.
También de estos siglos son la infinidad de
fuentes que puedes encontrarte caminando por Berna. ¡Dicen que hay más de 100! Para mí las más bonitas son las que recorren toda la calle Kramgasse. Cada una tiene su propia estatua que representa
una escena diferente. Por ejemplo, la más popular es la fuente del comedor de niños o
Kindlifresser, algo desagradable ya que representa un horrible ogro devorando a unos niños pequeños. El resto son mucho más bonitas, y todas ellas constituyen un símbolo de Berna.
Otra cosa que no os podéis perder es la imponente
Torre del Reloj o
Zeitglockenturm. Cuatro minutos antes de las horas en punto ya se puede ver gente aglomerada (sobre todo japonenes) debajo de la torre con sus cámaras preparadas. Justo a la hora en punto, el reloj empieza a sonar y unos personajes comienzan a salir del reloj haciendo una especie de coreografía. Merece la pena verlo como anécdota. La encontraréis sin ningún problema, seguid el rastro de los turistas :)
La otra torre que llama la atención cuando llegamos a Berna es la
Torre de la Prisión o
Käfigturn que sirvió como prisión hasta el año 1641. Hoy en día, el tranvía circula justo por debajo.
Durante el paseo, nos paramos a tomar un reponedor café. Estas eran las vistas desde nuestra mesa.
Cerca de la estación se multiplican las terrazas y los restaurantes. Nos llamó la atención la cantidad de restaurantes italianos y pizzerías que había a cada paso. El ambiente era de lo más agradable. La ciudad, además de bonita, es tranquila y amigable.
No tengo fotos para poder mostraros lo preciosa que es la vista del río Aar, que rodea toda la ciudad dotándola de una peculiar forma de "U". En verano, los berneses nadan orgullosos en sus aguas, debe ser una pasada verlo. El Aar es el río más grande de Suiza con 291 kilómetros de largo.
¡Espero que os haya gustado este paseo por Berna!