Parece increíble como en cuestión de horas el espíritu navideño desaparece tan rápido como vino. Cuando por fin logras meterte de lleno en la atmósfera de las luces, las grandes comilonas, los regalitos, la solidaridad que nos invade, etc, etc. pum! todo vuelve a la normalidad.
Y donde primero se nota es en las calles. De la Feliz Navidad hemos pasado a las Felices Rebajas, aunque todavía pueden verse en algunos balcones los papas noeles esos suicidas que, os prometo, me ponen de los nervios de lo horteras que son...
No me considero una persona fanática de la Navidad. Siempre me pongo nostálgica y un poco depre, pero tengo que reconocer que estas han sido diferentes. ¿¿Será que me estoy haciendo mayor?? No sé, pero me he dado cuenta de que no vale la pena deprimirse, que hay que disfrutar y ver el lado positivo de las cosas (¡¡creo que esto lo había escrito en mis propósitos!!)
Para recordarlo, y como homenaje personal, nada mejor que unas fotillos de una ciudad que me encanta y más en Navidad: Madrid.
Yo en el Palacio Real pasando un poquito de frío.
La Puerta de Alcalá, mírala, mírala, mírala, míralaaa...
La Puerta del Sol.