Ir al Museo MOMA de Nueva York es una visita obligada si viajas a la gran manzana. Y si te gusta el arte moderno, mucho más. La colección es una maravilla, una de las mejores del mundo. Me dejó absolutamente impresionada.
Es difícil describir lo que sentí al contemplar obras de Piet Mondrian, Jackson Pollock, Picasso, Warhol, mi admiradísimo Hopper... Iba recorriendo cada una de las salas casi conteniendo la respiración, dando pequeños pasos y sin querer avanzar demasiado... en un intento de alargar toda la belleza que invadía mis ojos.
Uno de los momentos más emocionantes fue el poder ver La noche estrellada de Van Gogh, uno de mis cuadros favoritos. Mi visita al museo coincidió con una muestra del pintor y en ella se exponía básicamente toda su trayectoria. Muchas de ellas venían del Museo Van Gogh de Amsterdam, que ya había tenido la oportunidad de visitar justo un año antes. Fue increíble poder verlas de nuevo, esta vez en el Moma. Creo que es imposible cansarse de Van Gohg :) {No pude sacar fotos porque estaba prohibido... qué pena... pero me llevé una preciosa lámina como recuerdo!}.
Pero no te puedes ir del MOMA sin echar un ojo a su tienda. Entrar en ella es una perdición... sobre todo para tu bolsillo, porque ¡te entran ganas de llevártelo todo! Encuentras cantidad de cosas curiosas, creativas, originales... que al menos yo no había visto en ninguna otra tienda.
Es difícil describir lo que sentí al contemplar obras de Piet Mondrian, Jackson Pollock, Picasso, Warhol, mi admiradísimo Hopper... Iba recorriendo cada una de las salas casi conteniendo la respiración, dando pequeños pasos y sin querer avanzar demasiado... en un intento de alargar toda la belleza que invadía mis ojos.
Uno de los momentos más emocionantes fue el poder ver La noche estrellada de Van Gogh, uno de mis cuadros favoritos. Mi visita al museo coincidió con una muestra del pintor y en ella se exponía básicamente toda su trayectoria. Muchas de ellas venían del Museo Van Gogh de Amsterdam, que ya había tenido la oportunidad de visitar justo un año antes. Fue increíble poder verlas de nuevo, esta vez en el Moma. Creo que es imposible cansarse de Van Gohg :) {No pude sacar fotos porque estaba prohibido... qué pena... pero me llevé una preciosa lámina como recuerdo!}.
Pero no te puedes ir del MOMA sin echar un ojo a su tienda. Entrar en ella es una perdición... sobre todo para tu bolsillo, porque ¡te entran ganas de llevártelo todo! Encuentras cantidad de cosas curiosas, creativas, originales... que al menos yo no había visto en ninguna otra tienda.
Cosas de decoración {ahora me arrepiento de no haber comprado algo...}, tazas de todos los tipos, artículos llenos de color, incluso una esponja que parece una rebanada de pan!
Juguetes educativos, llenos de ternura, incluso pequeñas cámaras Lomo para los más pequeños. Tremendamente adorables!
Imanes para la nevera, un colgante que parece la factura del supermercado y por supuesto muchos libros de arte, calendarios... si tuviera que comprar un regalo a alguien no conozco un lugar mejor que éste.
Y en un museo de Nueva York no podrían faltar cosas de Nueva York: libros, guías de la ciudad, unos divertidos sellos con el skyline dibujado, láminas de Holly Golightly... {New York, New York...}.
Una vez dentro el tiempo corre y sin darte cuenta te puedes pasar allí más de una hora cotilleándolo todo, ¡es genial! :) Merece la pena visitarla.
Que tengáis un feliz fin de semana!