El día que fuimos a visitar los Museos Vaticanos, queríamos haber entrado a la Basílica de San Pedro. Pero toda una mañana recorriendo los museos acabaron con nuestras fuerzas, asi que nos reservamos otro día para poder disfrutar de la basílica al cien por cien. Es lo que tiene Roma, visitar determinados sitios puede llevaros más tiempo del que teníais pensado! Planead bien la ruta de cada día para no acabar muy cansados. El único consejo que os puedo dar al respecto es madrugar todos los días!
Basílica de San Pedro
Antes de entrar en la Basílica, impresiona su enorme atrio y las cinco puertas de bronce que dan la bienvenida a los visitantes. Cada puerta tiene un nombre y una función específica. La puerta situada en el extremo de la izquierda se llama Puerta de la Muerte porque solo se utiliza durante los funerales de los Papas. La del extremo de la derecha es la Puerta Santa, que está siempre cerrada y tapiada por un muro. Solo se abre en los años santos cada 25 años.
Todas las puertas son del siglo XX excepto la del centro, que es la más antigua y
valiosa de todas.
Una vez dentro, las dimensiones son tan colosales que necesitamos cierto tiempo para poder asimilarlas. Como dato curioso que nos contó la audioguía, en el pavimento de la nave central podemos ver unas letras de bronce que marcan la longitud de las mayores iglesias católicas del mundo. La primera de las inscripciones corresponde a la catedral de San Pablo en Londres, la siguiente es la de Florencia y así hasta 28 de los templos más importantes. La comparación nos ayuda a apreciar la magnitud de esta nave, realizada por Maderno, la más grande de la cristiandad con sus 186 metros.
Toda la estructura de la basílica de San Pedro es tan descomunal que puede provocar una sensación fría y sobrecogedora al peregrino o turista. Para compensar este efecto, se levantó un baldaquino de bronce para centar por completo nuestra visión sobre el altar y la tumba. Esta obra maestra fue realizada por Bernini cuando solo tenía 25 años. El más grande de los artistas barrocos, trabajó durante 40 años embelleciendo la basílica. A él también le debemos la decoración de los cuatro pilares que sujetan la cúpula.
Si aún no lo hemos hecho ya, hay que alzar la vista y quedarse maravillado con la cúpula de Miguel Ángel. Una inscripción de bronce que rodea todo su friso dice: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificarás mi iglesia". No hay que olvidar que la cúpula fue concebida como un baldaquino gigante sobre la tumba de San Pedro, de tal manera que su ubicación se pudiera identificar desde cualquier punto de la ciudad. Éste es el verdadero corazón de la basílica.
Miguel Ángel aceptó este trabajo a la edad de 72 años y no pidió ningún salario a cambio. Trabajó únicamente por amor a Dios y con un único requisito: una completa libertad de creación. Lo hizo sin descanso hasta los 89 años, cuando falleció. Tras su muerte, las obras de la basílica se estancaron. Fue el Papa Pablo V Borguese el que tuvo el honor de terminar el proyecto, no sin antes tomar una decisión crucial: respetar o no el proyecto inicial de Miguel Ángel de planta de cruz griega con cuatro brazos iguales. Finalmente se optó por alargar la iglesia, relegando a un segundo plano a una de las cúpulas más hermosas del mundo.
Otra obra de Miguel Ángel que podemos encontrar en San Pedro es La Piedad. Vigilada y protegida por un cristal desde que un desequilibrado la emprendiera a martillazos con ella en los años 70. Está considerada como una cumbre de la escultura de todos los tiempos.
Y si toda la belleza de su interior no ha sido suficiente, lo mejor quizás sea subir a lo más alto de la cúpula y deleitarse con estas impresionantes vistas. Para subir tenéis la opción rápida del ascensor (pagando 7 euros), o la opción más valiente de subir los más de 500 escalones a pie (pagando 4 euros). La subida se hace emocionante, sobre todo porque hay tramos en los que vas completamente inclinado, rodeando la cúpula. Al final, el esfuerzo merece la pena y se convierte en una experiencia inolvidable!
Podéis hacer un pequeño descanso en la terraza antes de realizar la bajada, que con tantos escalones y tanta vuelta, marea más que la subida :)
A la salida de la basílica, los turistas se arremolinan para fotografiar a la guardia vaticana con sus llamativos trajes. Eso sí, no esperéis que vayan a mirar a cámara!
Por último, un paseo por la plaza es el plan perfecto para terminar la visita. Nos os podéis ir sin situaros en uno de los puntos que hay marcados en el suelo, desde los cuales se puede ver como las 284 columnas confluyen matemáticamente en un mismo punto, de tal forma que parece que solo hay una fila de columnas en lugar de cuatro. Es alucinante!
Y un último consejo antes de terminar! Recordad que vais a visitar una basílica, y vuestra vestimenta tiene que ser la apropiada. Que no os pase como a mí, que fui en minifalda, y tuve que taparme las piernas con un fulard a modo de pareo (queda fatal, lo sé!). Están permitidas las faldas, pero deben ser por la rodilla, y los hombros deben quedan también cubiertos.
Espero que os haya gustado esta visita
por la basílica de San Pedro!
4 comentarios:
Me ha gustado, porque justamente no llegué a entrar! era una cola taaaaaannnn larga!!
QUÉ CURRADO GELITA!!
Vaya pasaeo bueno que nos has dado! un lujo tu explicación!! me encanta!! y lo mejor es que aun tenmos más días por delante de vuestro viaje! :) :) es un curro tremendo pero mola luego tenerlo en el blog!! :)
Feliz finde!!
muuaks
qué aprovechados vuestros días!!!
impresionante la basílica!!!!
qué bien nos lo cuentas Angie; gracias
besos
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